Reseña: Agua florida de Niní Bernardello (Suriporfiado, 2013)

Leer Agua florida de Niní Bernardello fue como soñarlo. Fue como estar viviendo un espejismo en la caliente llanura pampeana, perdido, sediento y cansado, y al remover la tierra para buscar agua, encontrar sangre. En el libro, el paisaje es denso, ahogado por el polvo de jinetes y caballos. Su música es de guitarras heridas que vibran en una pulpería abandonada. Tabaco y alcohol pendenciero, potros y venganzas, duelos de cuchillos y corazones, paisanos pobres que huelen a muerto y tienen la obligación de ser valientes. Todas las broncas terminan en sangre: ramos de sangre, lluvias de sangre, banderas rojas como la sangre, poesía pintada con sangre.

En sus páginas, la historia personal y la historia de la nación y la literatura argentina se transitan en un camino resbaladizo: adelantados devorados, gauchos guerreros, delincuentes, degollados, héroes populares, desaparecidos. El libro nos invita a presenciar el banquete de la patria masticando a sus hijos.

Por estos versos marchan en el desierto muertos resucitados, muertos con escarapelas sangrando en sus pechos: el gauchito Antonio Gil, Juan Moreira y sus amores, la Difunta Correa, las torturas de Ascasubi y el matadero de Echeverría. En sus estrofas, suena una voz tranquila que quiere penetrar en el misterio de la gauchesca y en la imaginación del pueblo. Una voz tranquila pero terriblemente intensa que toma el discurso y lo da vuelta; dibuja y destiñe con materiales de sueños y palabras de este mundo, la patria que quisiéramos amar.

Agua florida es diferente a otros libros de Niní Bernardello; ella lo considera un corte en su producción, un desvío. Yo creo que quizás fueron necesarios todos sus otros libros excelentes para que ella llegara a escribir esta maravilla.

Agua florida es una colección de canciones heridas que suenan a plegarias. Poesía para leerla como si estuviéramos rezando.

 

Fede Rodríguez

Poemas:

H.A.

En la pampa se entrecruzan
descripciones mentales
yelmos, generales,
soldados y vinchas,
arañas, cincha y caballo.
Un reguero de sangre y tinturas
ropas desgarradas, cueros
piedras, polvo y manchas.
Dentro, un veneno eficaz,
el de la lengua patria.
Afuera el horizonte
lanza un rayo deslumbrante.
Vienen juntos en avalancha
son voces y sonidos
que anuncian nuestra vida
pomposamente argentina
de derrota en derrota.

GIRO DE ZAMBA

Busca el dedo su chasquido feliz
marcando el compás que retumba
en el horizonte dibujado con giros
de pañuelos y cruces y fogatas.
Baile en la línea de la pérdida
prisión de llanto, corazón zanjado.

PATRIA

Patria carbón, carbonada
sistema musical de rodajas
metálicas rayando el cielo
de carbón, negrura sutil
abalanzándose sobre
banderitas de hule, de tiza
y lápices infantiles
sombreando la noche.

Ni una palabra en el recodo
de la historia. Veo congelada
una coreografía aceitosa
que no logra consumar
su malambo y resbala
en el pinzamiento agudo
de tantos recuerdos tejidos
en rafia y tiento sobre
el bastidor aéreo de un atardecer
pampeano.

MATADERO

El río al amanecer
se teñía con la sangre
de vísceras recién cortadas.
De golpe las aves marinas
todas al mismo tiempo
cubrían el horizonte
el ancho espacio rojo
del agua batiendo
sin sonido sus alas.
Levantaban blancas
ondulaciones de plumas
doradas festoneadas en sangre.
Réplica de una escena familiar
con presagios oscuros.

Lejos un coro enmudecido
temblaba en la playa.

ESCUCHADO POR T.V.

Voy a ponerme mi piel
dijo una madre
y se anudó
el pañuelo blanco
con el nombre grabado
de sus hijos

El helicóptero estaba sobre nuestras cabezas.
Yo iba con una monja del tercer mundo
caminando y ella me dijo: no te detengas,
sigamos hablando. No corras, sigamos hablando.
Seguimos caminando. El helicóptero sobre
nosotras levantaba mis cabellos. La monja rezaba.
Yo no corrí, ni me detuve, levanté la vista
y lo vi como un tiburón negro, en sus alas
tres salidas de disparos y los dos tripulantes.
Sigamos hablando, dijo la monja, ella rezaba
y rezaba. Yo, de pronto, empecé a decir:
Sara Blastein, Bonaparte Levi, Víctor.

El helicóptero comenzó a ascender y
desapareció en el cielo.
Testimonio de Laura Bonaparte

 

NINI BERNARDELLO (Cosquín, 1940). Poeta y artista visual. Obras publicadas: Espejos de papel(1981), Malfario(1984), Copia y transformaciones (1991),Puente aéreo(2001), Salmo y azahares(2005), Natal(2011), Yeso tango (edición bilingüe, 2011) y Agua florida(2013). En el 2001 compiló las obras del libro Cantando en la casa del viento, poetas de Tierra del Fuego. Participó en diversas antologías de Argentina, Chile y España, entre las que se destaca 200 años de poesía argentina(Alfaguara, 2010) realizada por el escritor y crítico literario Jorge Monteleone. Agua florida recibió Mención Especial del jurado de los Premios Nacionales producción 2011-2014, Ministerio de Cultura de la Nación, 2015. En el 2016 editó, para la Colección Confines, Antología íntima. Este último libro, ilustrado por Maximiliano, reúne obras de toda su extensa carrera.Desde 1981 reside en Río Grande, Tierra del Fuego.

 

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