Se trata de José Sarasola, investigador independiente del CONICET, quien fue galardonado con el Whitley Award por sus esfuerzos para la conservación del águila del Chaco, ave en peligro de extinción.

 

Nuevamente un investigador argentino es reconocido internacionalmente por un trabajo de conservación de especies nativas en peligro de extinción. Se trata del  investigador independiente del CONICET en el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa (INCITAP, CONICET-UNLPAM) y director del  Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA) José Hernán Sarasola, quien fue galardonado a principio de mayo con el Whitley Award, premio conocido como el “Oscar Verde” que otorga la Whitley Fund for Nature, un fondo de caridad ingles creado en 1994 que ofrece premios y subvenciones a destacados conservacionistas de la naturaleza en todo el mundo, con el objetivo de colaborar financieramente con sus investigaciones y trabajos. Sarasola fue premiado por su labor en la conservación del águila del Chaco, animal que actualmente se encuentra en vías de extinción.

El águila del Chaco es una de las aves rapaces más grande de la región. Alcanza 1,80 metros de envergadura y un peso promedio de 3 kilos. Este animal, también conocido como águila coronada, se encuentra desde el sur de Brasil hasta Paraguay, Bolivia y Argentina, siendo su límite sur de distribución el norte de la Patagonia. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, clasifica la especie en peligro de extinción y estima su población global en menos de 1,000 individuos reproductores. Estas águilas viven principalmente en hábitats áridos y semiáridos de arbustales, pastizales y bosque, donde se alimentan de especies típicas de estos ambientes, principalmente armadillos y serpientes.

Sarasola fundó en 2001 el Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA) en la Universidad Nacional de La Pampa en Argentina, con el que comenzó a estudiar la ecología del águila del Chaco. “Hasta ese momento la especie era casi desconocida, no solo para la gente local, sino también para la ciencia, ya que el último registro de nidificación de esta águila databa de hacía más de 25 años en el noroeste argentino”, señaló Sarasola en una entrevista para la BBC.

La causa de la muerte de estos animales se debe a la cacería ilegal y también a accidentes relacionados con infraestructura de servicios como electrocución en tendidos de energía y ahogamiento en tanques de agua. Para enfrentar este problema se promovió la modificación de postes eléctricos, así como la instalación de rampas de rescate en 60 tanques de agua, lo cual ya logró reducir a la mitad las muertes por ahogamiento de la fauna silvestre (más de 50 especies, algunas también amenazadas o en peligro, se han encontrado ahogadas en estos tanques) sin que se registraran águilas ahogadas.

El trabajo de Sarasola no solo consiste en la investigación del estado de la especie y la problemática que enfrenta, sino también que cumple un rol activo en la sociedad llevando adelante campañas de prevención y concientización para la conservación de estos animales, los cuales son cazados por los productores agropecuarios con la creencia de que el águila depreda su ganado. “Es un error frecuente, debido a su gran tamaño, atribuir al águila del Chaco la predación de ganado. Demostrarle a los ganaderos de la zona que esto no es así es fundamental para contribuir a su protección”, explica el investigador. “Analizamos más de 600 presas y ninguna de ellas correspondía a ganado doméstico, por lo que la situación de conflicto no era real” agregó.

El equipo de Sarasola mostró a los pobladores filmaciones y fotos de las águilas llevando a sus nidos presas de especies silvestres como armadillos, roedores y serpientes. Lamentablemente la falta de información adecuada sobre esta especie y otras como el cóndor andino producen estas matanzas de animales cuyo estado de conservación es muy delicado, por lo cual el trabajo de investigadores como Sarasola resulta de suma importancia.

“El premio Whitley es, sin dudas, a nivel individual el más importante en el área de la conservación. Por ese motivo también se lo conoce como Óscar Verde. Recibirlo, no sólo es ser un honor sino también un reconocimiento importantísimo al trabajo que venimos realizado y un estímulo para seguir adelante” expresó Sarasola en relación al galardón recibido por la Whitley Fund for Nature. El año pasado otro argentino, el biólogo e investigador del CONICET, Dr. Pablo García Borboroglu, fue distinguido con el “Oscar Verde de Oro” por su trabajo en la conservación de pingüinos en el Centro Para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR/CCT) del Centro Nacional Patagónico (CENPAT CONICET).

 

Abel Sberna
Fuente:
conicet.gov.ar – bbc.com
Imágenes: David López Idiaquez.

 

 

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