Greenpeace dio a conocer un nuevo informe anual de deforestación en el norte argentino y según los números durante 2019 se deforestaron mas de 80 mil hectáreas de bosque en las provincias de Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Salta, de las cuales unas 27 mil corresponden a bosques de categoría 1 y 2.

La deforestación continua siendo uno de las mas importantes problemáticas ambientales de nuestro país. Si bien desde 2014 la misma ha menguado, según datos oficiales, desde la sanción de la Ley de Bosques hasta fines de 2018 se perdieron cerca de 2,8 millones de hectáreas de bosques nativos. Argentina es uno de los países con la mas alta tasa de deforestación del mundo y según un informe del el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) la perdida de bosques aquí representa cerca del 5% del total a nivel mundial.
La situación es alarmante porque nuestro país continua perdiendo sus bosques frente al avance de la frontera agropecuaria, principalmente en las provincias del norte. El cambio del uso de suelo provoca efectos devastadores para los ecosistemas, impactando no solo en la biodiversidad sino también en los procesos hídricos, en la regulación climática y en aspectos sociales, como el desplazamiento de pueblos originarios y comunidades campesinas. La deforestación trae consigo la degradación de los suelos, reduciendo su productividad a mediano y largo plazo, provoca sequías, poniendo en grave peligro el suministro de agua a innumerables comunidades y causa grandes inundaciones, con el resultante de perdida de vida e infraestructura.
Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Salta fueron, según el informe publicado por Greenpeace, las provincias más deforestadas de nuestro país durante 2019. Santiago del Estero perdió 25513 hectáreas de bosques, Formosa 23521, Chaco 17240 y Salta 14664, dando como resultado la perdida de 80938 hectáreas de bosques en tan solo un año. Chaco es la provincia con más deforestación de los últimos cuatro años (130000 hectáreas). La provincia ya perdió cerca de 2 millones de hectáreas. “Los ambiciosos planes de expansión de la ganadería intensiva en el norte del país van a contramano de la actual crisis climática y de biodiversidad, y ponen en riesgo a nuestros últimos bosques nativos. Resulta urgente la implementación de políticas, leyes y acuerdos más fuertes y ambiciosos en defensa de los bosques y sus históricos habitantes”, sostuvo Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.
Lo más alarmante de este informe es que de esas 80 mil hectáreas, cerca de 27 mil corresponden a bosques que están protegidos por la ley de bosques bajo las categorías roja (I) y amarilla (II). Existen tres categorías. La verde (III) permite un uso intensivo de los bosques para urbanización y actividades productivas. Los bosques verdes se consideran sacrificables. La segunda categoría es la amarilla (II). Esta permite un aprovechamiento de bajo impacto en los bosques, con criterios de conservación estrictos. Por último, la categoría roja (I) es la máxima protección de los bosques. Las zonas rojas son consideradas de alto valor para su conservación, debido a que son bosques nativos que albergan valores de biodiversidad significativos o cumplen una función vital en la regulación de diversos factores de la región donde se encuentran.

Según el informe de la organización ambientalista “resulta evidente que las multas no son suficientes para desalentar la deforestación en zonas protegidas y que, salvo unas pocas excepciones, no se reforestaron los bosques desmontados ilegalmente. Por otra parte, en muchos casos es clara la complicidad de los funcionarios en la violación de la normativa”.
Los bosques cumplen un rol fundamental en la regulación climática, en los regímenes hídricos y en la preservación y generación de suelo fértil. Al mismo tiempo son hábitat de innumerables especies animales y vegetales que necesitan de ellos para su supervivencia. Por otro lado los bosques cumplen un importante rol en lo que respecta a la regulación de la temperatura global. Los árboles absorben dióxido de carbono de la atmósfera y lo almacenan en su madera. Esto ayuda a disminuir la cantidad de gases de efecto invernadero, contribuyendo al control de cambio climático.
Desde Greenpeace recalcan que la conservación de bosques juega un rol clave en la mitigación del cambio climático. Sólo los sectores agricultura, ganadería, silvicultura y otros usos de la Tierra representan el 39% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país. “La deforestación acelera el cambio climático y nos vuelve más vulnerables al aumento e intensidad de las precipitaciones, lo que provoca cada vez más inundaciones”, agregó Giardini.
Abel Sberna
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