En el Parque Nacional Torres del Paine, Chile, se combinan la belleza salvaje con un enfoque de turismo sostenible y conservación. Explorar la Patagonia chilena es adentrarse en un paraíso natural donde los picos nevados se funden con la vida silvestre, y en este escenario, el reino del puma se ha convertido en el principal atractivo.
Pensemos en un paisaje de Patagonia, donde el sol pinta de tonos dorados las cumbres nevadas de los imponentes picos de la cordillera, enmarcando el paisaje de estepa, donde la naturaleza cobra vida en su máxima expresión, y entre la exuberante vegetación y los majestuosos paisajes, este rincón remoto de Chile, encontramos el fascinante reino del puma.
Amor y amistad en la naturaleza -Love & friendship in nature Fotos- @piavergarafotografia @estancia.cerroguido
En Torres del Paine, tierra de leyendas y maravillas naturales, el valor del puma va más allá de su imponente presencia; es la pieza clave en un delicado equilibrio ecológico y una fuente de inspiración para un turismo que no solo busca el asombro, sino también la preservación de esta maravillosa especie.
Tal como define la Organización Mundial de Turismo de la ONU (OMT), el turismo sostenible deberá tener en cuenta sus impactos “económicos, sociales y ambientales actuales y futuros, atendiendo las necesidades de los visitantes, la industria, el ambiente y las comunidades de acogida”.
Junto a la amplia industria del turismo comercial, crecen propuestas de turismo de naturaleza que cruzan el conocimiento y el disfrute del contacto con el ambiente, los monumentos naturales y las culturas de los diferentes pueblos. Así, la conservación no es solo proteger un lugar, un ecosistema o una especie, sino también a las comunidades que lo habitan, incentivando su desarrollo sustentable. Una iniciativa desarrollada por la Fundación Cerro Guido en el Parque Nacional Torres del Paine de Chile es un gran ejemplo de que el desarrollo de actividades económicas pueden ir de la mano de la conservación de la vida silvestre, tanto nuevas como el avistaje de pumas como tradicionales como la ganadería.
En un ecosistema privilegiado, conviven una diversidad asombrosa de especies animales como los emblemáticos cóndores, zorros y huemules en un escenario que abarca bosques, estepas, matorrales y desiertos andinos.
En esa tierra, donde el viento moldea los paisajes, reina, de elegante porte y mirada penetrante, el silencioso arquitecto de los ecosistemas. Símbolo de poder y majestuosidad, el puma cumple un papel fundamental en la preservación del equilibrio ecológico en esta y en todas las regiones donde se lo encuentre.
Fotos @estancia.cerroguido
La fundación chilena incluye entre sus acciones lo que ha dado en llamar un “Safari de conservación”, donde “los pasajeros acompañarán a terreno a nuestros rastreadores profesionales (trackers), quienes se han dedicado a estudiar a los pumas viviendo en la estancia”, cuenta Pía Vergara, directora ejecutiva de la Fundación.
“Es una invitación a conocer cómo hacemos este trabajo, verlos, pero también acompañar en el resto del trabajo diario, como revisar cámaras trampas, ver cómo trabajan los perros protectores de ganado, etc. Mostramos nuestro trabajo y resultados, tratando de dejar un mensaje claro de respeto y de un turismo responsable”, explica Pía Vergara. La experiencia “es un privilegio que te puede enseñar mucho”, enfatiza Vergara.
Los precios de las excursiones y safaris fotográficos varían según la propuesta del prestador y reflejan la calidad del servicio y el compromiso con la conservación ambiental. Por ejemplo, en el caso de la empresa “Wayajapuma” expertos en la identificación y observación de especie en el Parque Nacional Torres del Paine de Chile, el valor para dos personas es de 480 dólares con traslado desde Natales o Torres del Paine al sector de avistamiento. El servicio dura todo el día y se centra en el avistamiento de Pumas, trabajando tanto al interior como al exterior del parque.
Estas experiencias no solo brindan a los visitantes la posibilidad de presenciar la belleza de la naturaleza salvaje, sino que también contribuyen directamente a la protección de especies en peligro de extinción y al desarrollo sostenible de las comunidades que dependen de estos recursos naturales.
Esta tendencia no se limita solo al puma; en África, el turismo centrado en la observación de vida silvestre, incluyendo especies como el león y el elefante, genera importantes ingresos para las comunidades locales y las economías nacionales. En Brasil, el yaguareté, un símbolo de la biodiversidad de la selva amazónica, atrae a admiradores de todas partes del mundo que desean presenciar su belleza y esplendor en su hábitat natural.
El valor económico de preservar especies icónicas como el puma se ha vuelto cada vez más evidente, ya que atrae a una gran cantidad de turistas y fotógrafos de todo el mundo dispuestos a pagar precios significativos por la oportunidad de avistar a estos majestuosos felinos en su hábitat natural.
Daniella Mancilla Provoste