Pablo Stringa y colegas de La Plata realizaron estudios preclínicos que prepararon el terreno para lograr este hito en la historia de la medicina. La paciente Emma fue operada a los trece meses de edad y evoluciona bien. Los resultados de la cirugía, realizada en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, en España, se publicaron en la revista American Journal of Transplantation.
Estudios preclínicos de especialistas del CONICET fueron imprescindibles para que un equipo de cirugía pediátrica del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, España, lograse – con la autorización de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de España – realizar en Emma, una bebé de trece meses de edad, el primer trasplante de intestino en asistolia, es decir, proveniente de un donante con muerte cardiocirculatoria. La cirugía tuvo lugar en junio de 2022 y ahora los detalles de este logro médico se describen en la revista American Journal of Transplantation. Desde entonces, en ese mismo centro médico y a nivel mundial, se hicieron dos trasplantes más de ese tipo.
“Históricamente los donantes para trasplante intestinal son personas a las que se les ha declarado la muerte encefálica, pero al seguir su corazón latiendo, los órganos siguen recibiendo irrigación sanguínea. Lo novedoso del caso de Emma es que es la primera vez que este órgano sólido provino de un donante en asistolia, es decir, con muerte cardiaca. Para mí y nuestro equipo de investigación en Argentina es una satisfacción muy grande haber liderado estudios traslacionales que aportaron evidencia para que el equipo de cirugía pediátrica del Hospital La Paz de Madrid lograse efectuar por primera vez a nivel mundial, y de manera exitosa, un tratamiento médico de tal complejidad”, afirma Pablo Stringa, médico veterinario e investigador del CONICET en el Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP, CONICET-UNLP) y el Laboratorio de Trasplante de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Antes del procedimiento de trasplante realizado a Emma, la donación en asistolia se usaba para trasplante hepático, renal, cardiaco y de otros órganos, “pero nunca se había utilizado para trasplante intestinal porque se creía que este órgano, proveniente de donantes con muerte cardiocirculatoria, no servía. Esta afirmación estaba pobremente sustentada por trabajos experimentales que mostraban que el intestino era muy sensible al daño isquémico (falta de flujo sanguíneo como resultado de la parada cardiocirculatoria) y por ende no era útil para trasplante con donación en asistolia. Sin embargo, nuestro grupo de investigadores del CONICET, en estrecha colaboración con médicos e investigadores del Hospital La Paz, demostró, mediante la realización de estudios preclínicos llevados a cabo en La Plata y en Madrid, que esta creencia era errónea al obtener resultados sumamente alentadores en cuanto al éxito pos-trasplante intestinal con donantes en asistolia en el campo experimental”, explica Stringa quien firma el artículo científico-médico sobre el caso de Emma junto a Ane Andrés Moreno y Francisco Hernández Oliveros, del servicio de cirugía pediátrica del Hospital Universitario La Paz y líderes de la realización de este trasplante pionero a nivel mundial, junto a un numeroso equipo interdisciplinario de personal médico y otros especialistas.
Años de trabajo interdisciplinario
En 2011, Stringa leyó un artículo científico publicado por el cirujano pediátrico Hernández Oliveros y le escribió un mail contándole que estaba interesado en aprender técnicas quirúrgicas de trasplante intestinal para estudios experimentales. “Me respondió a las pocas horas y me dijo que con gusto me esperaba en Madrid cuando quisiera. Ese mismo año nos conocimos en el Congreso Internacional de Trasplante Intestinal en Washington, Estados Unidos, y desde entonces comenzó una estrecha colaboración que continúa hasta hoy en día, y que incluye largas estadías laborales en Madrid para avanzar con nuestras líneas de investigación”, comenta el investigador del CONICET quien además fue becario posdoctoral del Instituto de Investigación del Hospital La Paz (IdiPAZ) en 2017.
El proyecto que permitió este hito en trasplante tuvo una duración de tres años, fue financiado por la Fundación Mutua Madrileña y apoyado por la Asociación española de ayuda a niños, adultos y familias afectadas de fallo intestinal, trasplante multivisceral y nutrición parenteral (NUPA). “Nuestro logro es fruto de una línea de investigación de más de diez años y de un grupo que se fue construyendo con gran sacrificio, teniendo siempre como objetivo responder a las necesidades de nuestros pacientes. Además del presente trabajo, nuestro equipo atesora numerosas publicaciones científicas conjuntas en la línea de trasplante intestinal que firmamos junto a investigadores del Hospital La Paz, del CONICET, de la UNLP y de la Fundación Favaloro”, señala Hernández Oliveros, jefe de la Sección de Trasplante Pediátrico del Hospital Universitario La Paz en Madrid y director del grupo de investigación de IdiPAZ en malformaciones congénitas y trasplante.
Stringa es parte del equipo del IIFP que demostró, a nivel experimental en roedores, que el trasplante de intestino en asistolia era viable. “Pudimos comprobar que el órgano trasplantado mantiene su arquitectura y su capacidad funcional luego del procedimiento de trasplante. Además, demostramos que con tratamientos inmunosupresores se evitaba el rechazo del órgano trasplantado en el animal receptor” indica Stringa, también docente de la Cátedra de Trasplante de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP cuyo titular es Clemente Raimondi.
En un siguiente paso, Stringa, Hernández Oliveros, Ane Andrés Moreno y un equipo de especialistas demostraron que este tipo de trasplante era también exitoso en cerdos. “En este caso, luego de la parada cardíaca, utilizamos una bomba de perfusión normotérmica para mantener la circulación sanguínea y temperatura del animal donante asegurando la funcionalidad de los órganos con resultados exitosos muy similares a los observados en el modelo realizado en roedores. A posteriori, el pensamiento y el razonamiento fue que la obtención de buenos resultados en modelos preclínicos daba respaldo y tranquilidad para dar el siguiente paso y hacerlo en la clínica humana”, puntualiza Stringa, quien entre 2009 y 2016 se desempeñó como becario doctoral y posdoctoral en el Instituto de Medicina Traslacional, Trasplante y Bioingeniería (IMETTyB, CONICET- Universidad Favaloro) bajo la dirección de Gabriel Gondolesi con quien continúa realizando actividades laborales abocadas al trasplante intestinal y multivisceral.
“Sentimos mucho orgullo de haber participado en este trasplante realizado por primera vez a nivel mundial, y también es un motivo de esperanza sabiendo que tenemos a niños pequeños en lista de espera. Esta posibilidad de utilizar donantes en parada cardiaca como fuente de órganos para pacientes que precisan un intestino es algo muy alentador”, afirma la cirujana pediátrica Ane Andrés Moreno. Y agrega: “El papel de Stringa y sus colegas de Argentina en el proyecto de investigación traslacional previa al trasplante de Emma fue fundamental, además es parte de nuestro equipo y así lo sentimos cada vez que viene a España a colaborar con nosotros”.
La cirujana española también explica que “en la clínica se realizan preguntas que comienzan siendo respondidas en el ámbito experimental, por eso la interacción entre la ciencia y la medicina es fundamental para mejorar la atención médica de los pacientes”.
Emma tenía una dolencia que se conoce como falla intestinal que se caracteriza por la incapacidad de absorción de nutrientes necesarios para mantener las funciones vitales y el crecimiento. “Esto hizo que fuera dependiente de nutrición por vía intravenosa (parenteral) desde el periodo neonatal, y provocó un daño hepático, por eso es que finalmente Emma fue incluida en lista como receptora de trasplante multivisceral. El tiempo en lista de estos pacientes es muy prolongado, cercano al año, y una tercera parte de los mismos fallece sin haber tenido la oportunidad de recibir un trasplante. Por eso verla evolucionar bien a partir de nuestra cirugía pionera nos llena de satisfacción, por el resultado con Emma y por la posibilidad que se ofrece para otros pacientes en el futuro”, indica Hernández Oliveros.
De acuerdo con el cirujano pediátrico español, “el papel de Stringa en la realización del primer trasplante de intestino en asistolia a nivel mundial fue crucial dado que se aceptaba el falso paradigma de que el intestino procedente de asistolia no era válido para trasplante. Necesitábamos un gran nivel de evidencia científica preclínica antes de dar el paso a la clínica. Los trabajos de Stringa y colegas, llevados a cabo exclusivamente en La Plata, y su colaboración en los estudios realizados en IdiPAZ, en Madrid, nos proporcionaron esta evidencia”.
“Es una satisfacción muy grande ver que el trabajo de laboratorio realizado durante tantos años aporte soluciones a nivel social, en este caso, ver que lo que hicimos a nivel científico haya servido en la clínica y beneficiado la salud de una bebé. A todo el equipo de trabajo nos da mucha felicidad y entusiasmo ver que nuestra labor haya sido una pieza relevante en un logro e hito en la historia de los trasplantes de órganos. Estos aportes, realizados desde los laboratorios y los quirófanos experimentales, alientan nuestras ganas de seguir trabajando para generar más contribuciones útiles para la medicina mundial y la de nuestro país”, destacó Stringa, quien concluyó resaltando la excelente tarea, el respaldo y el compromiso a lo largo del proyecto de su director, Martín Rumbo, y de sus compañeros, Leandro Vecchio Dezillo, Agustina Errea, Rodrigo Papa Gobbi, Ivana Ivanoff Marinoff, del IIFP; y Natalia Lausada y Claudio Ledesma, del Laboratorio de Trasplante de Órganos de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP.
Fuente: CONICET