Juana I de Castilla, llamada Juana ¨la Loca¨, nació en Toledo, en 1479.

Era la tercera hija de los Reyes Católicos, que la casaron con el archiduque austriaco Felipe ¨el Hermoso¨ (1496). La muerte de sus hermanos mayores y de un sobrino la convirtieron en heredera de las Coronas de Castilla y Aragón desde 1500. El mismo año en que fue jurada como heredera por las Cortes de Castilla (1502) empezó a manifestársele una enfermedad mental, determinada según algunos por la infidelidad de su marido, hacia quien sentía un amor apasionado.

A la muerte de su esposo Felipe ¨el Hermoso¨, la Reina Juana de Castilla inició una larga procesión por todo el reino con el ataúd del Rey a la cabeza. Durante ocho meses, Juana caminó pegada al catafalco de su esposo en un cortejo fúnebre que despertó asombro e incluso miedo entre la población. Este arranque de locura provocó la reclusión de la Reina en Tordesillas (Valladolid) hasta su muerte cuarenta y seis años después. En la actualidad, los historiadores se plantean si Fernando «el Católico» –padre de Juana y responsable de su «cautiverio»– aprovechó la enajenación transitoria de su hija para apartarla bruscamente de la Corona.

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