El lunes 10 de diciembre se realizó en el Centro Sociocultural Walter Buscemi de la ciudad de Río Grande, una charla abierta con el escritor español José Luis Alonso Marchante. Estos son algunos fragmentos de lo conversado.
Segunda parte: El imperio
El imperio de Menéndez va creciendo sin ningún límite. No hay un momento en que se encuentre satisfecho. Cada vez son más y más estancias, en un negocio que proporcionaba (soy economista de profesión) unos ingresos muy potentes. Ellos vendían toda la producción lanera a la industria textil británica y cobraban en libras esterlinas, pero a sus peones les pagaban en fichas, en vales de La Anónima o de las estancias. Todo el beneficio se lo quedaban ellos. Siguieron avanzando hasta el punto de que Mauricio Braun, que fue yerno y socio de José Menéndez, llegó a tener 40 estancias. Para que nos hagamos una idea: el imperio Benetton, que tan contestado es hoy en Argentina, es algo minúsculo comparado con lo que llegaron a aglutinar estos dos o tres apellidos. No había un límite, era crecer y crecer. Eso me sorprendió mucho; no entendía muy bien por qué razón podían llegar a desear tanto.
El homenaje
Menéndez era una persona poseída por una codicia sin límites, pero nunca pensó que iba a trascender tanto. Son sus hijos quienes organizan todo ese homenaje entorno a su figura. Estas potentes familias al final necesitan también crearse un linaje y siempre hay uno inaugurador.
Una de las cosas que me sorprendieron en la investigación es que cuando muere la mujer de José Menéndez, María Behety, en 1908, los hijos le obligan a partir la propiedad de las estancias y de los negocios que ya tiene. Menéndez se niega diciendo que todo lo hizo él y que no lo va a compartir con nadie. Pero las leyes favorecían a los hijos. Después de varios años de amenazas de pleitos judiciales (estamos hablando de que tus propios hijos te pongan un pleito judicial) a él no le queda más remedio que ceder. Tanto los hijos varones como los yernos (porque las mujeres no contaban: Josefina Menéndez no tenía voz pero su marido, Mauricio Braun, sí), todos estaban en contra suya. No le quedó más remedio que aceptar la partición de la herencia materna. Y ese es el momento que aprovechan los hijos para colocarlo en un lugar testimonial. Eso le dolió muchísimo a él. Fue realmente un choque que sus propios hijos le hicieran eso. Entonces cuando muere, los hijos, sobre todo Alejandro Menéndez Behety (que es un personaje que merece muchos libros porque era un cerebro privilegiado, superó de lejos al padre en la visión de los negocios; su panteón está en el cementerio de la Recoleta, en primera fila, mucho antes que los próceres, caminas y el tercero es él, y sólo está él, nadie más, el poder que llegó a alcanzar fue hasta ese punto) se da cuenta de que hay que armar un organigrama de homenajes a su padre, y es cuando empiezan a aparecer los bustos de Menéndez, y ahí se empieza a construir esa historia familiar al igual que los reyes en Europa que tienen al fundador de la monarquía o del linaje.
Enfrentando el pasado
En Chile la visión de Menéndez está cambiando, y no por mi libro, hay excelentes escritores chilenos y argentinos que vienen trabajando desde hace años con la historia. Cuando uno recorría Punta Arenas, había dos memorias que no se encontraban: la memoria oficial, la de los prohombres, la de los palacios, la de las escuelas, la de los cementerios (que llevan los nombres de él y de su familia), y la memoria de la gente para los que estos personajes son muy ajenos. ¿Por qué se construye esa memoria? Sólo te voy a dar un dato: la calle José Menéndez de Punta Arenas se pone con un decreto firmado por Augusto Pinochet. Y ese decreto se firma porque el nieto de Menéndez, Enrique Campos Menéndez, era quien escribía los discursos a Pinochet. Tenía una ascendencia muy grande sobre el dictador. Obviamente en aquella época nadie se podía oponer a este tipo de cosas.
Quiero hacer una aclaración que creo que es muy importante: los descendientes no tienen culpa de lo que hicieron sus ancestros, eso tiene que quedar claro. Yo siempre pongo por ejemplo lo que está pasando en Europa. En Francia, el presidente que había antes de Macron, pidió perdón a Argelia por el pasado colonial y las barbaridades que los franceses hicieron allí. No solamente hizo eso; además, hay una deuda, hay que cooperar, hay que contar la historia del colonialismo francés con todas sus partes duras, hay que mantener exposiciones y museos para contar esas historias. En Alemania, las empresas que emplearon a trabajadores esclavos (estoy pensando en Mercedes, en Krupp, en Bayer) mantienen museos que cuentan esa historia empresarial terrible. Se murieron muchísimas personas trabajando en esas fábricas, y que esas personas, que no tenían nada, hicieron grandes a esas empresas. Hoy en día patrocinan libros, cuentan esa historia. Aquí, lo que deberían hacer también los descendientes de Menéndez, en mi humilde opinión, es enfrentar ese pasado con normalidad.
Osvaldo Bayer es para mí es un inspirador. Yo sabía que la Patagonia existía, que Tierra del Fuego era un lugar legendario, sabía de los marinos, de los selk´nam… pero cuando empiezo a leer con más profundidad, Bayer me influye mucho.
Osvaldo Bayer fue a hablar con Federico Braun, que es dueño de La Anónima, que lo recibió muy amablemente porque Osvaldo Bayer es un venerable historiador, una persona que además siempre ha trabajado con mucha gratitud hacia la gente. (Cuando yo estuve en su casa, en El Tugurio, en Buenos Aires, acababan de salir dos estudiantes que estaban haciendo un periódico en el colegio y querían entrevistarlo; él habla con cualquier persona.) Cuando se encuentra con Federico, este le dice que él no había nacido cuando fusilaron a todos los peones en la estancia de su familia. Pero el hecho es ese: los peones rurales fueron fusilados en la Estancia Anita que era propiedad de Josefina Menéndez Behety, la hija mayor de José Menéndez y esposa de Mauricio Braun.
Acá hay una historia que me enteré durante la investigación: había un chico de 17 años que había participado de las huelgas, era gallego, español, porque en esas huelgas las víctimas fueron argentinas, chilenas, alemanas, españolas, de todos lados. Cuando los llevaban a fusilar en la Estancia Anita, están las fotografías, se ven a los capitanes eligiendo, dependiendo de si el peón les servía o no (se había retrasado la esquila y estaba muy preocupados los terratenientes). A este chaval lo paran los militares y le dicen: ¨Tú no porque eres un chaval de 17, muy joven¨. Y este chico dijo: ¨No, yo voy a acompañar a mis compañeros peones, con lo que he trabajado, a donde ellos vayan.¨ Le hicieron cavar la tumba y lo asesinaron. No hubo juicios, esto tiene que quedar muy claro también. Fueron fusilamientos de hacerles cavar la tumba y pegarles un tiro en la nuca. Lo mismo que hacían los nazis con los judíos.
Creo que falta reconocimiento, recuperación de esa parte de la historia. Insisto en que hay excelentes autores que están trabajando en eso. Bayer se jugó la vida contando esa historia, se tuvo que exiliar después en Alemania porque lo hubieran matado directamente.
Mañana voy a El Calafate y me encuentro con la gente de la Comisión de la memoria de las huelgas, que son personas que sin ninguna ayuda, llevan año tras año, cada 8 de diciembre organizando un homenaje en la Estancia Anita en memoria de esos peones miserables porque eran gente pobre, gente que no tenía nada, y que decidieron hacer una huelga reclamando cosas que cuando uno las lee le sorprende: pedían que las instrucciones del botiquín estuvieran en español para entenderlas; pedían que se les pagara en pesos corrientes, no en fichas ni en vales; pedían que en los establecimientos donde estaban durmiendo (al lado estaba la casa patronal con todas las comodidades) que las ventanas estuvieran cubiertas y no tener que dormir en el suelo; pedían una alimentación diferente, porque como se alimentaban solamente de capones al final todos desarrollaban cáncer de estómago, no había frutas ni verduras para ellos.
Los llamados peones golondrinas, que los barcos los iban a buscar a Chiloé y también a algunos sitios de Argentina, los traían a las estancias en diciembre, y en enero ya no eran bienvenidos en el lugar. Se acababa la esquila, el trabajo, y tenían que desaparecer porque lo que nadie quería era que se instalaran aquí, con un rancho, porque si se instalan aquí con sus familias iban a generar derechos.
Falta un poco de reconocimiento de eso que pasó, que mucha gente, insisto, lleva muchos años luchando por visibilizar.
Algo encontré, y que también lo cuenta Bayer, es que después de los fusilamientos de la huelga del 21, el primer convenio agrícola-rural es del año cuarenta y pico. Durante 25 años nadie pudo reclamar nada. Estabas trabajando en una estancia y en esos montes estaban los cadáveres de tus compañeros que tú habías conocido perfectamente. Esa salvaje represión del movimiento obrero, creo que es un hito en la historia del movimiento obrero mundial.
Por ejemplo, yo voy a viajar ahora también a Puerto Natales, y ahí estaba el frigorífico de Puerto Bories, que era propiedad de los mismos dueños de las estancias. Ahí faenaban sus ovejas; era una necesidad. Cuando se acaba la Primera Guerra Mundial, ya no pueden exportar la misma cantidad de carne para los soldados que estaban muriendo en las trincheras, baja la producción y los obreros se resienten en sus condiciones laborales, y cuando le plantan al patrón sus reivindicaciones, el patrón responde con los carabineros, y ese hecho pasó el 23 de enero de 1919. Hay toda una asociación que recuerda esa fecha, y que ahora están precisamente en Natales, reivindicando ese recuerdo. Ese es el primer hito en la represión del movimiento obrero patagónico. En julio de 1920 la Federación Obrera de Magallanes, el local que tenían en Punta Arenas es asaltado por militares, guardias blancas, y también mueren muchísimos obreros. En el 21 pasan los fusilamientos rurales de Santa Cruz. Esos tres hitos represivos del movimiento obrero son los que hacen que los peones queden completamente aniquilados, desarmadas sus organizaciones que fueron muy potentes (la FOM llegó a tener seis mil afiliados). Estamos hablando de alguien que iba a plantar cara a los grandes terratenientes, y los terratenientes les hicieron frente. Esa es una historia que me encontré investigando para el libro, y que desconocía completamente.
Continuará…
Moderador y encargado de la transcripción: Fede Rodríguez