El 8 de septiembre de 1990, hace 30 años, murió asesinada la joven María Soledad Morales.
El 8 de septiembre de 1990, después de haber participado de una fiesta para recaudar fondos para el viaje de fin de curso, María Soledad Morales, quien cursaba 5° año del Colegio del Carmen, desapareció.
Dos días después fue encontrada sin vida en la zona del Parque Daza, a menos de 10 kilómetros de la capital catamarqueña, con el rostro destrozado: tenía la mandíbula fracturada, quemaduras de cigarrillo, le faltaba cuero cabelludo, un ojo, y parte de su cuerpo había sido comido por los cerdos.
Desde ese día, la familia Morales comenzó un largo camino para pedir justicia por lo ocurrido. Los integrantes de la comunidad educativa a la que concurría, liderados por la hermana Martha Pelloni, junto a los vecinos implementaron las denominadas marchas de silencio.
Autoridades locales vinculadas al crimen intentaron encubrir el delito, desencadenando movilizaciones en todo el país. Se borraron huellas digitales, se retractaron testigos, se confundieron los relatos, se inventaron coartadas.
Lo que se sabe con certeza es que esa noche María Soledad consumió cocaína (o fue obligada a consumirla), fue violada, asesinada y arrojada a un descampado.
El reclamo terminó con el gobierno de Ramón Saadi y con una dinastía política de cuarenta años: la provincia fue intervenida en abril de 1991 por el gobierno nacional y en diciembre de ese año el saadismo perdió las elecciones a manos de una alianza.
En 1998, tras un segundo juicio, Guillermo Luque, hijo del diputado nacional Angel Luque, fue condenado a 21 años de prisión como autor del homicidio y violación de la chica, mientras que Luis Tula, quien en ese momento era el novio secreto de la víctima (Tula estaba casado y era 12 años mayor que ella), recibió una pena de 9 años por ser considerado partícipe secundario del delito de violación.
En defensa de su hijo, quien siempre se declaró inocente, Ángel Luque declaró: “Si mi hijo hubiera sido el asesino, el cadáver no hubiera aparecido, tengo todo el poder para eso“.
En el 2010, después de haber cumplido dos tercios de su condena, a Guillermo Luque le fue otorgada la libertad condicional por la jueza Alicia Cabanillas. Tula salió en libertad en el 2006.
