Un equipo marplatense, integrado por científicos del INTEMA y del IIB, desarrolla membranas electrohiladas que podrían liberar antibióticos, en casos que estén indicados.
“Ya sabrás que te dirán/cómo se curan las heridas” canta la banda argentina Las Pelotas. Y científicos del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA) y del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de Mar del Plata desarrollan apósitos “inteligentes” para la piel dañada. Estos materiales ofrecen una respuesta de manera autónoma y pueden liberar antibióticos solo “cuando la herida lo necesita”.
“Son membranas electrohiladas, fabricadas con técnicas electrohidrodinámicas. Están formadas por fibras nanométricas, con diámetros 5.000 veces más pequeños que un cabello humano, que dejan poros interconectados para que la herida ´respire´, lo cual ayuda a la cicatrización. Son materiales biocompatibles y flexibles, que pueden adaptarse a la forma de la herida”, cuenta a Citecus Guadalupe Rivero, doctora en Ciencia de los Materiales, investigadora del CONICET en el INTEMA y profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNMDP.
Asimismo, la científica de la División Polímeros Biomédicos del INTEMA detalla que “las membranas fibrosas están fabricadas con un polímero biocompatible sensible a los cambios de acidez, y contienen nitrofurazona, un antibiótico comúnmente utilizado para combatir infecciones”.
“Cuando una herida se infecta, la presencia de microorganismos modifica (disminuye) la acidez en la zona dañada. Estas membranas fueron diseñadas con un material que se disuelve ante este cambio de pH, liberando así el antibiótico de manera autónoma”, explica Rivero.
La investigadora aclara que “el uso de antibióticos en heridas está a veces contraindicado, a menos que exista infección”. Sobre el potencial uso del material desarrollado en el INTEMA, resalta: “Estas membranas podrían utilizarse en heridas o quemaduras, a fin de controlar la aparición de infecciones que complican seriamente la recuperación de la piel. El material administra el antibiótico solamente si existe un cambio de acidez debido a la presencia de microorganismos, es decir, ´solo cuando la herida lo necesita´ y de forma autónoma”.
Respecto al beneficio de este desarrollo, Rivero sostiene que “con el uso de estas membranas inteligentes, el pH de la propia herida actuaría como un indicador para desencadenar el tratamiento antibiótico”.
“Su aplicación en apósitos podría aumentar los beneficios de los tratamientos médicos en el curado de heridas y quemaduras, especialmente aquellas crónicas, contribuyendo al control de su evolución sin complicaciones”, afirma.
Hasta el momento, el desarrollo se encuentra en fase de laboratorio. El equipo de investigación ha optimizado la fabricación de nanofibras, su composición, diámetro y morfología con el propósito de lograr una administración precisa del antibiótico. También realizaron ensayos sobre la respuesta de las membranas en ambientes con diferente acidez.
En este sentido, Rivero destaca que se comprobó que la liberación gradual de nitrofurazona de las fibras puede regularse en función del pH y que se probó su capacidad antibiótica frente a bacterias in-vitro. Los resultados fueron publicados en 2020, en colaboración con investigadores de la Universidad de Erlangen-Nuremberg (Alemania), en la revista internacional Colloids and Surfaces A: Physicochemical and Engineering Aspects. Rivero es la autora principal del estudio.
“Actualmente estamos incorporando nuevas funcionalidades a las membranas, mediante el agregado de vitaminas que favorecen la cicatrización, y se suman a la acción protectora del antibiótico con administración inteligente”, comenta Rivero.
Además, la doctora en Ciencia de los Materiales agrega que en el corto plazo iniciarán ensayos en modelo animal para evaluar su desempeño in-vivo. Este es un paso necesario para evaluar dispositivos biomédicos previo a los ensayos clínicos.
Fuente: Citecus