Macri deberá ser menos gradualista si quiere una revolución en serio con los aviones
Un nuevo test de poder para Mauricio Macri que será observado no sólo por los inversores del sector, y que tiene que ver con el grado de poder y determinación política que tendrá su Gobierno para enfrentar los privilegios sindicales y los intereses monopólicos en uno de los sectores más duros y conservadores de la Argentina. Todos saben en el mundo de los aviones, que no será posible ninguna revolución de los vuelos en la Argentina, ni mucho menos la llegada de nuevas inversiones con nuevas empresas y más servicios en todo el país, si a los nuevos jugadores se les quiere imponer las condiciones que rigen hoy entre los sindicatos y Aerolíneas Argentinas. Sobre todo a la conducción sindical de los pilotos, cuyo gremio fue el gran cómplice en la era Kirchner contra los privados para alentar la estatización y adueñarse como lo hicieron después de las áreas estratégicas de la empresa aérea estatal. La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) que conduce el combativo Pablo Biró, sucesor de Jorge Pérez Tamayo, quien en la era Kirchner volcó el gremio contra la conducción privada de Aerolíneas y con una serie de paros salvajes acordados con el gobierno terminó en la estatización de la compañía. Más de 80 pilotos históricos de Aerolíneas que rechazaban la práctica de paros salvajes fueron desplazados, y la realidad hoy en la Argentina es que no se mueve un avión sin la autorización de los sindicatos. En el caso de los pilotos, se quiere imponer que hasta las empresas de helicópteros en la Argentina tengan que cumplir las cláusulas leoninas que tienen los que trabajan para Aerolíneas, a quienes se les vienen otorgando ventajas que solo pueden existir gracias a que la empresa pierde plata y paga el Estado, y gracias a que existe tal monopolio que si no se cumplen las condiciones que exigen los gremios, los vuelos en el país se paralizan El enfrentamiento llega a cuestiones desopilantes. Incluso va más allá del conflicto con las actuales conducciones de los gremios aeronáuticos que no quieren que ingresen nuevos jugadores para no perder el control del gigantesco kiosco que tienen armado en Aerolíneas, ser los barones de aire que deciden quien vuela y quien no vuela, también para beneficio del sector privado que actúa como proveedor de la empresa y todo el estatismo que está presente en el sector. *-*