Importantes depósitos de litio, mineral utilizado en la fabricación de baterías para todo tipo de dispositivos electrónicos, se encuentran en los salares de Argentina, Chile y Bolivia. Esta región, conocida como “el triángulo del litio”, se encuentra en la mira de la mega minería para la obtención de aquella preciada materia prima.

Uyuni, Coipasa, Atacama, Salinas Grandes y el Salar del Hombre Muerto son los principales depósitos de sal de América del Sur. Se ubican el Norte de Chile y Argentina, y en Bolivia.

Milenariamente estos gigantescos yacimientos han sido explotados por los pueblos originarios de la región, permitiendo que se mantenga el equilibrio natural para el sostenimiento del recurso. Sin embargo, como todo lo que la Tierra dispone, los salares pueden ser víctimas de la próxima mega explotación para satisfacer las necesidades del mercado.

Entre las sales que descansas en estos desiertos blancos, se esconde un mineral que se ha convertido en el protagonista de una fiebre del oro moderna: el litio. Este mineral es la materia prima fundamental para la fabricación de baterías de todo tipo. El creciente mercado de dispositivos electrónicos, el emergente negocio de los automóviles eléctricos y el desarrollo del aprovechamiento de las energías renovables han hecho del litio uno de los recursos naturales más codiciados en el presente.

Las baterías creadas a partir de este material almacenan en la actualidad la energía que alimenta prácticamente todos los dispositivos que utilizamos diariamente, desde teléfonos celulares, computadora y tablets, hasta equipos de iluminación y electrodomésticos. La necesidad de almacenar la energía generada por sistemas eólicos y solares también se suma al creciente interés por la explotación de litio.

Esta creciente demanda ha generado un cambio en la explotación de lo salares, cambiando de un paradigma de trabajo artesanal, a uno industrial encarnado en la mega minería, la cual mediante métodos de alta eficacia, extrae el mineral de a toneladas. La explotación a gran escala se realiza perforando enormes pozos en el salar y bombeando grandes cantidades de salmuera hacia el exterior, para su almacenamiento en grandes piletones. Una vez allí, el agua se evapora dejando solo las sales en la superficie. Este tipo de explotación, en regiones donde las precipitaciones no superan los 200mm anuales, pone en peligro el delicado equilibrio que sostiene el abastecimiento de agua dulce.

El problema de la sobre explotación de los salares radica en que sus aguas son un recurso no renovable, al mismo tiempo de que se encuentran en regiones que sufren de escasez. El delicado equilibrio de los salares permite que exista agua suficientemente fresca para el consumo y la producción agrícola ganadera de la región. Si bien en Bolivia la explotación aún se encuentra en fase inicial y el impacto es muy poco, la situación en Chile es muy distinta.

Con más de 20 años de minería en Atacama, los efectos del deterioro son evidentes. “Atacama vive una agonía socio-ambiental”, explicó Bárbara Jerez, de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso en una entrevista publicada en el sitio Mongabay. “Se están arrasando humedales, bofedales, ojitos de agua. Se ha roto el equilibrio hídrico del territorio y con ello también se está arruinando la economía local de los indígenas”, agregó. En nuestro país la explotación tiene 21 años y se concentra en el Salar del Hombre Muerto, y si bien la escala no puede compararse con Chile, la empresa responsable de la extracción del mineral ya ha sido varias veces denunciada por contaminación de las aguas.

Sin embargo, el riesgo para los salares argentinos radican en la reciente política de apertura a capitales extranjeros que impulsa el gobierno nacional. Actualmente existen más de 60 solicitudes de permisos de prospección, de los cuales 28 ya están en proceso en diferentes salares de la Puna de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.

“Todavía estamos a tiempo de prevenir los riesgos, porque la mayoría de los emprendimientos se están iniciando y podríamos establecer condiciones para que se realicen respetando un derecho humano tan evidente como el acceso al agua”, declara Virginia De Francesco, responsable del área de medio ambiente y desarrollo sustentable de la Defensoría del Pueblo de la Nación de Argentina.

Sin embargo, los ejemplos de mega minería en Argentina y en el resto de Sudamérica permiten imaginar el futuro que nos espera. La baja calidad en legislaciones, la falta de controles efectivos y los pobrísimos estudios de impacto que presentan estas empresas, ponen en peligro inminente la subsistencia de los salares de nuestra región, al mismo tiempo que amenazan la vida silvestre y las poblaciones humanas que dependen del correcto funcionamiento de tan delicado sistema.

 

Abel Sberna

 

 

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