La región de la Isla Grande de Tierra del Fuego conocida como Península Mitre alberga un inestimable patrimonio arqueológico. La creación de la nueva área protegida plantea la posibilidad de su preservación. EL ROMPEHIELOS dialogó con el arqueólogo Martín Vázquez quien evaluó las características de la zona en cuanto al patrimonio y dio su opinión sobre las medidas necesarias para su efectiva preservación.
Península Mitre no solo es un reservorio de recursos naturales y paisajes prístinos. En ella también se encuentran diseminados vestigios de tiempos pasados, como los asentamientos de los pueblos originarios y los restos de las naves naufragadas de navegantes que se internaban en los mares del sur. Según el arqueólogo Martín Vázquez, un profesional con vasta experiencia en la región “una de las cosas más llamativas desde lo patrimonial son los naufragios, que representan el valor agregado de la costa norte de la Península Mitre”. Estos naufragios son parte de la historia reciente de nuestra provincia, y nos hablan de lo que significaba aventurarse en las peligrosas aguas del atlántico sur. Según Vázquez, hay naufragios emblemáticos como el del Duquesa de Albany,
“cuyo mascarón de proa se encuentra expuesto en el salón principal del Museo del Fin del Mundo y que ya es parte de la imagen y la identidad fueguina. Otro destacado es el Purísima Concepción, barco español que naufragó en 1765 y que estamos estudiando y tratando de definir la localización exacta”. Estos naufragios y tantos otros restos que se hayan diseminados por toda la costa de Península Mitre “forman parte del patrimonio fueguino al mismo tiempo que evocan la situación de hostilidad de aislamiento y lejanía, casi de desolación que es parte del imaginario turístico en Tierra del Fuego”. A través de la historia, Península Mitre fue escenarios de diversos emprendimientos productivos de los cuales también se hallan restos, como las explotaciones loberas, las estancias y los intentos de extracción de oro como el de Bahía Slogget, perteneciente al controversial Julio Popper.
Con respecto a los pueblos originarios, el arqueólogo explica que “hay asentamientos que tienen casi 6000 años de antigüedad en la zona de Bahía Valentín. Es mucho lo que todavía no conocemos. Si bien tenemos localizados alrededor de 200 sitios, se trata de un espacio donde las exploraciones tienen muy poco desarrollo, por lo que Península Mitre tiene un gran potencial para estudiar y aprender”.
Hasta el día de la fecha y a pesar de su altísimo valor patrimonial, Península Mitre no cuenta con ningún tipo de protección frente a los factores que afectan a los yacimientos que allí se encuentran. Según Vázquez son diversos los factores que deterioran los restos que se albergan en Mitre. “Hay factores que son netamente naturales. La erosión causada por mar es un agente que altera mucho lo sitios ubicados en la costa. El caso más claro es el del Duquesa de Albany. Se trata de un naufragio que hace unos 60 años todavía tenía hasta los mástiles en pie. En los 80 el casco estaba totalmente íntegro y conservaba las cubiertas. Actualmente encontramos los restos de un casco totalmente colapsado. Lo mismo sucede con los yacimientos de pueblos originarios que se encuentran en sectores muy cercanos a la costa y que las tormentas se los van “comiendo”. En estos casos es necesario generar un plan de manejo razonable que contemple, por ejemplo, monitoreos regulares del estado de los sitios y la posibilidad de generar rescates o tomas de
información antes de que se pierdan.” Sin embargo, los efectos negativos producto de la acción del hombre son factores controlables. “El ganado asilvestrado, cuyo transitar por sobre los sitios, es una de las situaciones que más afecta a los yacimientos. Particularmente en la zona de Donata, donde las pasturas son abundantes y a densidad de ganado es considerable. La única forma de evitar ese deterioro es erradicando estos animales”. Asimismo el arqueólogo agrega que “otros aspectos tienen que ver con la depredación humana. Sabemos que los sitios suelen ser saqueados por excursionistas que van y se llevan restos de naufragios u objetos de sitios de pueblos originarios, elementos que lamentablemente terminan tirados en algún patio o en el mejor de los casos adornando algún living. Estos artículos son de bien público y están protegidos por leyes nacionales y provinciales, por lo que esta búsqueda de “suvenires” es lisa y llanamente ilegal. Hay que ser muy claros a la hora de expresar esto ya que hay mucha gente que no lo sabe y actúa de esta manera no con mala intención sino por desconocimiento”.
La creación del Área Protegida Península Mitre renueva la esperanza de que estos valiosos recursos históricos puedan ser preservados para el estudio y disfrute de las generaciones futuras. Sin embargo Vázquez sostiene que para que aquello sea posible resulta indispensable “delinear un plan de manejo y una reglamentación en la cual intervenga profesionales que conozcan el área y sepan de lo que están hablando para garantizar la protección y no quedar en la declaratoria, porque de ser así la ley no sería otra cosa más que letra muerta”. El arqueólogo afirma que “hay que profundizar los relevamientos para ver dónde están los sitios y los espacios con valor patrimonial y en qué estado se encuentran, avanzar en la erradicación del ganado bagual, modificar las trazas de senderos para no afectar a los yacimientos y llevar adelante un monitoreo periódico para evaluar de qué manera se van deteriorando los sitios y qué medidas se pueden tomar para mitigar esos problemas de conservación.”
El proyecto de ley para crear el área protegida fue consensuado de forma colaborativa entre el Gobierno Provincial y diferentes ONGs y especialistas en la región y actualmente se encuentra en la Legislatura Provincial a la espera de su tratamiento y aprobación.
Abel Sberna