3.-Por lo mismo que los hijos no pidieron a nadie que se les engendrara, los señores padres tienen, respecto de aquellos hijos, muchos más deberes que derechos a ejercitar.
4.-El doloroso deber de hacer llorar a los hijos, cuando sea necesario para su corrección, es tan imprescindible como el deber de alimentarlos, alojarlos, vestirlos y calzarlos.
5.-Los niños aprenden a ganarse por sí mismos las caricias de sus padres, el afecto de sus maestros y la consideración de todos, lo mismo que los obreros el mejoramiento de sus salarios.
8.-El amor de padre no es el amor del besito y del cucurucho de caramelos: es la pasión del artífice por su obra, que la retoca más cruelmente cuanto más entrañablemente la ama.
12.-Solamente un escéptico, un egoísta soberano, puede mirar sin dolor profundísimo, a esa niñez vagabunda, entregada, como un perro sin dueño, a la nefanda satanicidad de las calles.
13.-La soledad es peligrosa para las naturalezas mediocres y para las vidas en formación.
18.- Las madres plebeyas que, amparándose en su debilidad de mujeres, en la estrechez de sus alojamientos, en su condición de obreras, en el abandono de sus maridos, en el desamparo policial, dejan a sus hijitos vagar por la vía pública, como almas en pena, son inferiores a las mismas ovejas; porque cualquier oveja, por más sarnosa que sea, bala lamentosamente cada vez que pierde de vista a su cría.
de EVANGÉLICAS de ALMAFUERTE, 1915.