Según un nuevo estudio, la evolución hacia aviones más eficientes podría tener un efecto inesperado: estelas de condensación más duraderas que, al atrapar más calor, podrían agravar el calentamiento global.

La industria aeronáutica ha evolucionado para hacer aviones que vuelan cada vez más alto y más rápido. Así, busca -y consigue- vuelos más eficientes, que dejan una huella de carbono cada vez menos significativa.

Sin embargo, esta mejora en la eficiencia podría tener un efecto secundario insospechado. Según un estudio reciente del Imperial College de Londres, las estelas de condensación de los aviones más modernos tienden a permanecer más tiempo en la atmósfera, y, por lo tanto, retienen más calor, lo que podría contribuir significativamente al calentamiento global.

Cada día, miles de aviones recorren el planeta a grandes altitudes. Los más modernos están diseñados para volar por encima de los 12 km de altura, donde pueden aprovechar las condiciones atmosféricas para tener menor resistencia aerodinámica y reducir el consumo de combustible.

Las estelas de condensación son nubes de hielo, en forma de largas líneas, que surgen en ocasiones al paso de un avión, por condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores, según define la Agencia Española de Meteorología.

El vapor de agua es un gas de efecto invernadero, ya que favorece la retención de calor en la atmósfera. Por lo tanto, las estelas de condensación, al ser vapor de agua, también retienen calor.

Aunque los científicos no pueden precisar cuál es el impacto exacto de las estelas en el calentamiento global, sospechan que podría ser más importante que el que causan las emisiones de la aviación.

“Las nubes producidas por las aeronaves -conocidas como estelas de condensación- contribuyen con más de la mitad del forzamiento radiativo positivo de la aviación, pero la magnitud de este efecto de calentamiento es muy incierta”, afirma el trabajo.

Efecto inesperado de la mayor eficiencia de la aviación

A través del aprendizaje automático, los investigadores analizaron los datos satelitales de más de 64000 estelas de condensación de distintos tipos de aeronaves en sus vuelos sobre el Atlántico Norte. Compararon las observaciones satelitales con los datos de tráfico aéreo de la Administración Federal de Aviación.

Los científicos usaron bandas infrarrojas para detectar las estelas, con una resolución de 2 km. Además, utilizaron datos de reanálisis sobre el viento, la humedad y la temperatura, para caracterizar las condiciones en las que se formaron las estelas y cómo evolucionaron.

El análisis de estos datos reveló que los aviones más nuevos, como el Airbus A350 y el Boeing 787, que vuelan encima de los 12 mil metros de altura, emiten menos CO2, pero sus estelas de condensación duran más tiempo en la atmósfera.

El autor principal del estudio, Dr. Edward Gryspeerdt, dijo: “la consecuencia no deseada de esto es que estos aviones ahora están creando más estelas de condensación, de mayor duración, atrapando calor adicional en la atmósfera y aumentando el impacto climático de la aviación”.

El estudio también sugiere que, mejorando aún más los motores y la cantidad de gases que emiten en la combustión, se podría acortar la vida de las estelas.

“Esto no significa que los aviones más eficientes sean algo malo, ni mucho menos, ya que tienen menos emisiones de carbono por pasajero-milla. Sin embargo, nuestro hallazgo refleja los desafíos que enfrenta la industria de la aviación para reducir su impacto climático”, agregó Gryspeerdt.

Investigaciones anteriores basados en modelado habían propuesto esta hipótesis, pero este es el primer trabajo que la confirma en base a observaciones de la aviación real. El estudio se publicó esta semana en Environmental Research Letters y contó con el apoyo de varias instituciones, incluida la NASA.

Fuente: Meteored

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