No cambió, sigue pensando como antes,

pero está atento a los detalles que encuentra en el presente a cada paso

como esas ramas sueltas que insiste en recoger para el asado

con el que llena la vida de otros el sábado a la noche.

Él no cambió, pero la gente sí.

La gente no es la misma. Los jóvenes, tampoco; y ese otoño

a la marcha se llega a las cansadas,

sin esperanza, apenas por decencia.

Mi amigo -dijo ausente- ahora es una foto sobre un palo.

Lo que queda de mi amigo es esa frase que cede a quien la escriba.

El sabe que los muertos en los diarios no huelen a casi nada.

Ya no escribe.

 

de LOS ÚLTIMOS TRES AÑOS de Jorge FONDEBRIDER, 2007.

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