Se trata de un modelo de producción de alimentos que se presenta como alternativa a la agricultura tradicional. Se basa en la aplicación de los conceptos y principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles.

El mes pasado Argentina se convirtió en el primer país de Latinoamérica en declarar la emergencia climática y ecológica. La iniciativa surgió de un grupo de jóvenes identificados con el movimiento mundial impulsado por Greta Thunberg, la activista sueca contra el cambio climático, y si bien se enfoca en las emisiones de gases de efecto invernadero, la realidad es que la emergencia que atraviesa nuestra región tiene otras aristas igualmente peligrosas. Una de ellas, y quizás la más preocupante, es la contaminación por agroquímicos vinculada al modelo de producción agropecuario imperante en prácticamente todo el continente americano.

En las últimas décadas el desarrollo de nuevas tecnologías de alto rendimiento agrícola permitieron a la industria expandirse en toda la región, ampliando las fronteras agropecuarias avanzando sobre bosques nativos, zonas urbanas y territorios poblados por campesinos y pueblos originarios. Sin considerar el deterioro ambiental que esto conlleva y los conflictos sociales derivados de la expulsión de personas de las tierras que ocuparon por generaciones, el crecimiento del modelo agrícola predominante significa un aumento de consumo de los agroquímicos necesarios para sostener la producción, como fertilizantes, insecticidas y herbicidas.

En términos de promedio de litros por cantidad de habitantes, Argentina es el país con mayor consumo de glifosato del planeta. Estos químicos se acumulan en el ambiente con diversas consecuencias para la vida silvestre y la salud humana. El glifosato ha sido detectado en el agua en regiones muy alejadas de los centros de producción y aún se desconocen los efectos a largo plazo que este químico puede tener en la salud.

Frente a esta realidad se presenta un modelo de producción agrícola que poco a poco se ha fortalecido en la región. Se trata de la agroecología, una disciplina que se basa en la aplicación de los conceptos y principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles. La agroecología busca minimizar la introducción de recursos externos a la unidad productiva tales como fertilizantes, semillas, agroquímicos y combustible entre otros, priorizando los procesos y las relaciones ecológicas que ocurren en el suelo y entre la biodiversidad. Se trata de la producción de alimentos implementando una mirada integral acerca del ecosistema, incluyendo el entorno social.

La agroecología postula un sistema de producción libre de agroquímicos que, según sus impulsores, permite obtener alimentos mucho más saludables que la agricultura convencional. La producción de alimentos a partir de la agroecología se basa en los principios de la soberanía alimentaria, la valorización de la vida rural, en la producción basada en los ciclos naturales y no en los del mercado, en la defensa de la biodiversidad, en el control natural de las plagas, en la protección de los suelos y en el desarrollo de sistemas alimentarios resistentes capaces de adaptarse a los cambios climáticos y económicos.

En Argentina, a pesar de ser un país en el cual la agricultura es una de las principales industrias y es sostenida por importantes grupos económicos, el desarrollo de la agroecología se da de forma sostenida. Según La Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (RENAMA) 16 municipios ya adhirieron a la red (13 de Argentina y 1 de Uruguay) y en nuestro país ya hay unas 9 mil hectáreas productivas donde comenzaron a implementarse técnicas agroecológicas. Por otro lado en Entre Ríos se debate el modelo actual de producción y a fines de junio se realizó en Gualeguaychú el III Foro de Agroecología de la provincia, en el que se subrayó la necesidad de modificar la matriz productiva del campo para evitar los daños ambientales.

A raíz del amparo vigente en esa provincia que prohíbe el uso de agroquímicos en cercanías de escuelas rurales y de la legislación que establece lo mismo en relación a los poblados, el ejecutivo provincial convocó a este espacio de dialogo para estudiar la posibilidad de la utilización de la agroecología como alternativa sostenible y segura para la producción agrícola en zonas vedadas a la aplicación de agroquímicos.

Por su parte, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lleva adelante desde hace más de 26 años el programa ProHuerta, el cual tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de familias en situación de vulnerabilidad promoviendo la autoproducción de alimentos frescos. Dentro de este programa el INTA capacita a miles de personas en todo el país en las técnicas de huerta agroecológica.

Las experiencias son numerosas y si bien el modelo predominante aún sigue siendo por lejos la producción intensiva con agroquímicos, la agroecología cuenta con todo el potencial para convertirse en una alternativa viable para su paulatino reemplazo en pos de mejorar la salud y calidad de vida de los habitantes del territorio.

Abel Sberna

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