Una familia de pescadores artesanales bucea en el frío mar patagónico para recolectar mariscos y hasta allí llegaron Luis Carducci y Diego Castilla para contar su historia.
Rodeada de tierras agrietadas por la aridez de la Patagonia, se esconde una playa llena de belleza, donde habitan personas dedicadas a la pesca artesanal y la marisquería por buceo en el golfo San José, al norte del istmo Ameghino, en la Península Valdés, Chubut. Hasta allí llegaron Luis Carducci y Diego Castilla, armados con sus cámaras, para dar vida al corto documental Marisqueros. Lo que no esperaban era encontrarse con tanta amabilidad por parte de los Del Río, una familia que trabaja en el fondo del mar.
Playa Larralde es un paraíso oculto, una aldea de pescadores en la que se desarrolla una actividad poco conocida. Luis Carducci, director del documental, la descubrió tiempo después de haber llegado a la Patagonia, desde su natal Venezuela. “Unos amigos, sabiendo que me gustaban los documentales y la aventura, me hablaron sobre los marisqueros. Ahí fue cuando me interesé por el tema. Empecé a investigar hasta que un amigo me presentó a la familia Del Río”, recuerda.
Aunque Luis comenzó su carrera hace una década como freelance en el ámbito de los videos comerciales, su llegada a Argentina es reciente. Lleva dos años y medio en el país, trabajando en un proyecto anterior que lo llevó a recorrer distintas regiones. Fue en una de esas travesías que, gracias a un compañero, llegó a Puerto Madryn.
Un día, durante una jornada de limpieza de playas, recogiendo residuos entre la arena, conoció a Diego Castilla, un colombiano radicado en el sur desde hace años. Al contarle lo que tenía en mente, Diego no dudó en unirse al proyecto.
“El proceso de filmación fue un aprendizaje increíble, no solo por observar cómo se lleva a cabo esta actividad, sino también por la calidez con la que nos recibieron estas personas, que compartieron su vida con nosotros”, comenta Diego.
En Playa Larralde, calculan que entre cinco y siete familias están dedicadas por completo a la recolección de mariscos. En la Península Valdés hay varios puntos donde se realiza pesca artesanal en diversas modalidades, y la marisquería por buceo es una de ellas.
Durante dos o tres horas, los buzos se sumergen con trajes especiales hasta profundidades de diez metros. Equipados con un salabardo, una cesta de red atada a un cabo, y un narguil, una manguera que les suministra oxígeno a través de un compresor a bordo, recolectan vieiras, cholgas, almejas, mejillones y navajas. A mano y con la vista, en aguas cristalinas, llenan el salabardo. Con un tirón en el cabo, el capitán del barco sube el cesto lleno y sumerge otro vacío.
Los Del Río son varios hermanos que crecieron en Playa Larralde. Sus padres trabajaban en el campo, y ellos, desde chicos, se criaron entre la arena y el mar. Lucas Del Río, el mayor, fue quien inició en el oficio, aprendiendo de otros marisqueros de la zona y, más tarde, fundando su propio emprendimiento. “Hoy tres de sus hermanos y su hijo trabajan con él. Me abrieron las puertas a su mundo, completamente diferente al mío”, cuenta Luis.
En días helados, con el viento patagónico golpeando sus rostros, el equipo se embarcaba para documentar el proceso. “Todo es manual, recolectan los mariscos uno por uno, y sí, es un trabajo muy sacrificado”, añade Diego.
Luis relata que siempre les permitieron subir a la lancha cuantas veces necesitaran para asegurarse de capturar todo el material necesario. “Nos trataron increíblemente bien, con amabilidad constante. Nunca nos negaron nada. Son personas maravillosas”, afirma el director. Resalta que, a pesar del esfuerzo, disfrutan enormemente su trabajo. “Lo que más me gusta es que es una pesca artesanal, respetuosa con el medio ambiente. Esta actividad tiene un impacto mínimo en el entorno, lo cual es sumamente valioso”, comenta Luis.
Para Diego, acompañar a Luis en esta aventura fue una lección de vida, ya que no imaginaba que esos frutos de mar pasaban por las manos de buzos antes de llegar a su plato. Al ver el corto, siente orgullo del resultado final. “Es un documental contemplativo. Lo que intentamos es mostrar la actividad tal como es, de manera sensorial. La música realmente te transporta a las profundidades, te hace sentir como si estuvieras buceando junto a ellos”, dice.
Desde el Patagonia Ecofilmfest, destacan que las dificultades de esta actividad artesanal no solo se reflejan en la técnica, sino también en los medios con los que cuentan los pescadores, el desgaste de los equipos y las duras condiciones climáticas de la Patagonia. El documental narra un oficio ancestral realizado por hombres del mar, transmitiendo la sensación de sumergirse con ellos en esa tarea desafiante.
Antes de despedirse de la familia Del Río, Luis les preguntó qué les gustaría recibir a cambio. Ellos, humildemente, respondieron que lo que más desean es que la gente conozca lo que hacen en esa solitaria playa de la Patagonia. “Me encantaría que la gente viera el documental y conociera esta historia, porque los marisqueros están muy orgullosos y sienten una verdadera pasión por su trabajo”, concluye Luis.
Presentación en festivales y premios
“Lo presentamos en Puerto Madryn, y fue una gran experiencia. Los pescadores y sus familias vinieron a ver el documental, y fue emocionante ver cómo se sentían orgullosos de que su trabajo fuera valorado”, dicen los realizadores.
Luego lo presentaron en el festival de la Luz en Buenos Aires y en el Festival Audiovisual de Bariloche, donde ganaron el premio a Mejor Cortometraje y Mejor Fotografía en su categoría.
“La mayoría de las personas no conocían esta actividad, no se imaginaban el trabajo que conllevaba traer mariscos a sus platos. Ver cómo la gente reaccionaba al conocer esta realidad fue muy lindo”, dicen.
Ahora lo están presentando en el Mafici, Festival de Cine en Puerto Madryn del 18 al 26 de octubre, que es uno de los festivales más importantes de la ciudad. También estará disponible online en la plataforma del festival. Ver en @maficifestival
Fuente: Diario Río Negro