Se trata de extenso humedal que podría alcanzar la máxima figura de protección nacional. Si no se materializa antes de fin de año, peligrarían los fondos para su creación.

Desde la orilla, sobre la rambla, no se ve el final de la laguna; en el horizonte, cielo y agua se funden en un degradé de tonalidades celestes. Árboles blancos por la sequedad y semisumergidos recuerdan la voracidad de alguna de las tres grandes crecidas que atravesó la laguna y que sepultó a manzanas enteras. Y a lo lejos, una bandada de flamencos australes surca el cielo con un vuelo acompasado y lo tiñe con pequeñas pintitas rosadas. La laguna de Mar Chiquita o Mar de Ansenuza, al noreste de Córdoba, es un inmenso espejo de agua salada -el más grande de Sudamérica y el quinto en el mundo- que tiene una superficie variable equivalente a casi 30 veces la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, representa un ecosistema único en el mundo: es uno de los sitios más biodiversos de la provincia y con la mayor concentración de avifauna del país. Y junto a los Bañados del Río Dulce, este humedal podría convertirse este año, finalmente, en el parque nacional más grande de la Argentina y en el tercero dentro la provincia de Córdoba.

“Ansenuza forma parte del desafío que marcó el presidente y nos entusiasma grandemente porque es un humedal de características muy singulares y de relevancia internacional”, aseguró Daniel Somma, ex presidente de la Administración de Parques Nacionales, días antes de presentar la renuncia a su cargo en la entidad.

El futuro parque nacional, que podría llegar a tener una extensión cercana a las 800.000 hectáreas, se encuentra en una zona clave para la conservación de la biodiversidad a nivel global. El área comprende un complejo ecosistema con una diversidad de ambientes conectados entre sí, que incluye al cuerpo de agua salada, lagunas permanentes y temporarias, los cauces de los ríos, playas barrosas, matorrales de arbustos y cardones, bosques de tipo chaqueño y espinal, amplios pastizales y sabanas inundables.

Al mismo tiempo, este frágil entramado permite albergar a una gran variedad de fauna nativa y también de especies de aves playeras migratorias, que anualmente vuelan desde el hemisferio norte hacia Mar Chiquita en busca de refugio y alimento. Los científicos advierten que si este ecosistema llegara a alterarse o degradarse por factores antrópicos, las consecuencias podrían ser irreversibles sobre la biodiversidad.

“El mundo científico tiene un ojo puesto en lugares como Mar Chiquita y esto está vinculado a temas que tienen que ver con la biodiversidad, pero también con el cambio climático. Creemos que estamos a tiempo de cambiar una serie de realidades que nos están sucediendo, que son realmente muy acuciantes”, destacó Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas.

Para Lucila Castro, bióloga oriunda de Miramar -una de las localidades que está sobre la laguna- y directora de la ONG Natura International, el marco de área protegida en esta zona serviría, entre otras cosas, “para garantizar la protección a largo plazo y para siempre, para poder poner a nuestra zona en el mundo y darle la importancia internacional que se merece”.

La fauna de la región cumple un rol importante en el funcionamiento y la conservación de este ecosistema

Especies como el yaguarundí, el oso melero, el pecarí de collar, las corzuelas o los pumas forman parte de la fauna de la zona.

Las principales amenazas en la zona están asociadas a la degradación del monte nativo, la caza, la tala y la contaminación del agua (Fotos: Ezequiel Vivas, Pablo Rodríguez Merkel y Malena Srur)

Señal de alarma

El proceso de creación del nuevo parque nacional comenzó en 2017, luego de la firma de un convenio marco de cooperación, y es liderado por el Gobierno de Córdoba junto a Parques Nacionales y los municipios de la región, sumado al acompañamiento de organizaciones ambientales y conservacionistas. Además, cuenta con un apoyo financiero por 5.8 millones de dólares de la Wyss Foundation, un proyecto del filántropo suizo Hanjsjörg Wyss, que contempla la donación de 1.000 millones de dólares a nivel mundial para proteger por lo menos el 30% del planeta para 2030 y evitar así la aceleración de la pérdida de biodiversidad.

Pese a los avances ocurridos los últimos años, este financiamiento internacional podría peligrar si no se logran dar señales concretas en el plano legislativo antes de diciembre de este año. Es decir, la aprobación de la ley provincial que cede la jurisdicción de las tierras en cuestión a Parques Nacionales.

“La oportunidad que tenemos es única. Hay muchas cosas por venir pero otras están sujetas también a la ley. Necesitamos tener la credibilidad del donante, que viene de la mano de tener una figura de protección estricta y concreta”, explicó María Laura Josens, doctora en Biología y representante territorial de Aves Argentinas. Por su parte, Casañas, quien a través de Aves Argentinas es el nexo local con la fundación Wyss, destacó que “ya está recorrido la mayor parte del camino” para la materialización del Parque Nacional. “Es un proceso complejo y es potestad de la provincia tomar las decisiones finales. Pero en ese sentido, creo que hay una decisión política”, aseguró.

Algunas de las cuestiones que restarían para avanzar en la conformación del área protegida son la resolución de la cota de la laguna para establecer el destino de unas 200 matrículas registrales de campos que se encuentran bajo el agua hace años, luego de las sucesivas crecidas. Y, a su vez, aún falta dirimir la situación con algunos productores de la región norte, cuya actividad principal es la ganadería de trashumancia.

“La provincia quiere evitar tener juicios”, deslizaron algunos intendentes con los que habló LA NACION. En tanto, consultados por este medio, desde la secretaría de Ambiente de Córdoba prefirieron no hacer ningún comentario al respecto del avance.

Al momento, no hay ningún proyecto de ley presentado para avanzar con la cesión de tierras. “Me parece incomprensible a esta altura, a sabiendas de que Córdoba necesita estrategias de recomposición ambiental, y sobre todo de protección de los ecosistemas que todavía son hábitat de miles de especies, que no se lo tomen con la premura que tienen que tener”, fustigó Brenda Austin, diputada nacional por Córdoba y vicepresidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano, quien ya lleva impulsado un proyecto de resolución en la Cámara baja y un pedido de informes al Poder Ejecutivo Nacional para conocer el estado de las gestiones. “Sería imperdonable que por desidia no salga”, sentenció la legisladora.

Conservar a perpetuidad

Las aves son las estrellas de este “mar interior” que se emplaza en medio de la llanura cordobesa. Dos tercios de todas las especies de aves migratorias y playeras registradas para la Argentina están presentes en esta cuenca endorreica. Lo mismo que el 36% de la avifauna del total del país -380 especies- y el 85% de las 447 especies de aves de la provincia.

Los flamencos son el emblema de Ansenuza. En ella están presentes tres especies de las seis que existen en el mundo: el flamenco andino o parina grande, el flamenco de James o parina chica y el flamenco austral. Los dos primeros, migran durante el invierno. En cambio, el restante tiene presencia durante todo el año, con poblaciones de hasta 350.000 individuos, según el último censo.

“La laguna de Mar Chiquita es el único lugar en donde los flamencos nidifican de esta manera, en esta cantidad y casi todos los años. Esto es uno de los eventos únicos que nosotros queremos compartir y que queremos proteger”, expuso Castro, de Natura International.

Desde la costa, se pueden observar aves acuáticas como el cisne coscoroba, el biguá o la garza mora. También se aprecia la presencia de algunas aves playeras migratorias como el falaropo común o de Wilson, con su característico vuelo perfectamente sincronizado y en enormes bandadas.

EL ROMPEHIELOS

La laguna ofrece un ambiente ideal para un centenar de aves, que encuentran en Ansenuza refugio, alimento y calma para establecer sus nidos. Sin embargo, Marcela Castellino, especialista en rutas migratorias de la Red Hemisférica de Reservas para las Aves Playeras, advierte que “el equilibrio de este sistema y las condiciones que ellos necesitan tienen que mantenerse porque si pasa algo, el impacto en su población es muy grande o puede llegar incluso hasta una extinción”.

Por otra parte, a partir de la colocación de cámaras trampa, se pudo constatar la presencia de especies como el aguará guazú -un cánido endémico catalogado como “especie amenazada” en la lista roja de IUCN-, la corzuela parda, el pecarí de collar, el yaguarundí, zorro pampeano y pumas, entre otras.

Desarrollo regional en armonía con la naturaleza

La laguna de Mar Chiquita está rodeada por 13 pueblos, de entre 100 y 17.000 habitantes. Ellos son Miramar, La Para, Balnearia, Morteros, Marull, Altos de Chipión, La Paquita, Brinkmann, Las Arrias, Devoto, La Puerta, Obispo Trejo y La Rinconada.

Con el Parque Nacional Iberá como vidriera, tanto los intendentes, como los prestadores de servicios turísticos e incluso algunos vecinos decididos a emprender ven con optimismo la posibilidad de replicar en Ansenuza lo que ocurrió en Colonia Carlos Pellegrini, Corrientes, con la instauración del Parque Nacional.

“Cada uno de nosotros está viendo un potencial enorme en nuestras localidades, donde la hermosa Miramar hace punta y cada uno de nosotros trata de explotar turísticamente y con un concepto ambiental lo que podemos darle a la región”, remarcó José Bría, intendente de Morteros. Al mismo tiempo, Gustavo Tévez, de Brinkmann, otra de las localidades que circundan la laguna, sumó: “Si llegara a salir el parque, le daría una vuelta de tuerca a nuestras economías regionales”.

El senderismo, las cabalgatas, la observación de aves y el turismo rural y gastronómico son algunas de las ofertas que están trabajando los municipios para impulsar a la región de Ansenuza como un circuito que una a todas las localidades y que potencie sus atractivos naturales y culturales.

“Creo que tenemos un gran compromiso asumido en el cuidado del lugar. Queremos que cada vez se conozca más para que se cuide más, pero para a su vez para que cada vez más gente lo visite y esto genere mucha mano de obra asociada al turismo”, dijo Adrián Walker, intendente de Miramar.

Según un estudio económico realizado por Aves Argentinas, el impacto económico directo de la creación del Parque Nacional y la implementación de un modelo de turismo sostenible podría implicar ingresos en la región por casi 1 millón de dólares para el año 2024.

Fuente: La Nación

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